Sarcoma es un término amplio utilizado para describir un grupo de tumores raros y malignos (cancerosos) que se desarrollan en los tejidos conectivos del cuerpo. Los tejidos conectivos incluyen huesos, músculos, cartílagos, tendones y vasos sanguíneos. Los sarcomas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero es más frecuente encontrarlos en los brazos, las piernas, el tórax, el abdomen y el retroperitoneo (la zona situada detrás de la cavidad abdominal). Existen dos tipos principales de sarcomas:
Sarcomas de tejidos blandos: Estos sarcomas se desarrollan en tejidos blandos, como músculos, grasa, nervios y vasos sanguíneos. Algunos ejemplos de sarcomas de partes blandas son el liposarcoma, el leiomiosarcoma y el tumor maligno de la vaina nerviosa periférica (MPNST).
Sarcomas óseos: Como su nombre indica, los sarcomas óseos se originan en los huesos.
¿Qué es el cáncer de huesos?
El cáncer de huesos se refiere al desarrollo de un crecimiento celular anormal e incontrolado dentro de los huesos. Puede manifestarse como cáncer óseo primario, originado dentro de los propios huesos, o como cáncer óseo secundario, resultado de la propagación del cáncer de otras partes del cuerpo a los huesos.
¿Es frecuente el cáncer de huesos?
El cáncer de huesos es relativamente poco frecuente en comparación con otros tipos de cáncer y sólo representa un pequeño porcentaje de todos los cánceres diagnosticados. La prevalencia específica del cáncer óseo puede variar en función del tipo y la región, pero como estimación general, los cánceres óseos primarios se consideran muy poco frecuentes, ya que comprenden menos del 1% de todos los cánceres diagnosticados en Estados Unidos.
En 2023, la Sociedad Americana del Cáncer prevé las siguientes estadísticas para el cáncer primario de huesos y articulaciones:
Aproximadamente 3.970 nuevos casos diagnosticados, con 2.160 casos en varones y 1.810 casos en mujeres.
Se calcula que se produjeron 2.140 muertes relacionadas con este cáncer, de las cuales 1.200 correspondieron a varones y 940 a mujeres.
El cáncer óseo secundario, que se produce cuando el cáncer se propaga a los huesos desde otras partes del cuerpo, es más frecuente que el cáncer óseo primario.
¿Cuáles son los tipos de cáncer de huesos?
El cáncer de huesos abarca varios tipos diferentes, siendo las dos categorías principales el cáncer de huesos primario y el cáncer de huesos secundario. Estos son algunos de los principales tipos de cáncer de huesos:
Osteosarcoma: El osteosarcoma es el cáncer óseo primario más frecuente y suele aparecer en los huesos largos, como los brazos y las piernas. Suele afectar a adolescentes y adultos jóvenes.
Condrosarcoma: El condrosarcoma se origina en el cartílago de los huesos y es más frecuente en adultos mayores.
Sarcoma de Ewing: El sarcoma de Ewing es un cáncer óseo agresivo que afecta principalmente a niños y adultos jóvenes. Puede desarrollarse tanto en los huesos como en los tejidos blandos.
Fibrosarcoma: Se trata de un tipo poco frecuente de cáncer óseo que se desarrolla en el tejido fibroso del interior de los huesos.
Cordoma: El cordoma es otro cáncer óseo poco frecuente que suele aparecer en la columna vertebral o en la base del cráneo.
Tumor óseo de células gigantes: Se trata de un tumor generalmente benigno pero localmente agresivo que puede aparecer en los huesos largos.
El cáncer de huesos secundario (metastásico) no se clasifica por tipos específicos, sino que se refiere al cáncer que se ha extendido (metastatizado) a los huesos desde otras partes del cuerpo.
¿Cuáles son los síntomas habituales del cáncer de huesos?
Los síntomas habituales del cáncer de huesos pueden variar en función del tipo, la localización y el estadio del cáncer. Algunos de los síntomas y signos típicos del cáncer de huesos pueden ser:
Dolor óseo persistente: El dolor en el hueso afectado suele ser el síntoma más común y perceptible. Puede empezar como un dolor sordo y progresar hasta convertirse en un dolor intenso y constante. El dolor puede empeorar por la noche o con la actividad física.
Hinchazón o bulto: Puede aparecer un bulto o hinchazón cerca de la zona del tumor. Esto puede ir asociado a dolor, sensibilidad o enrojecimiento en la zona afectada.
Huesos debilitados: El cáncer de huesos puede debilitar los huesos y hacerlos más susceptibles a fracturas o roturas. Incluso las lesiones leves pueden provocar fracturas.
Rango de movimiento limitado: Dependiendo de la localización del tumor, el cáncer de hueso puede restringir el movimiento de la articulación, provocando una movilidad limitada.
Fatiga: Puede aparecer fatiga general y debilidad, especialmente si el cáncer ha avanzado.
Pérdida de peso inexplicable: Algunas personas con cáncer de huesos pueden experimentar una pérdida de peso inexplicable.
Es importante tener en cuenta que estos síntomas pueden estar causados por otras afecciones y no indicar necesariamente un cáncer de huesos.
Causas del cáncer de huesos
Las causas exactas del cáncer de huesos no siempre están bien definidas, pero varios factores y afecciones pueden aumentar el riesgo de que se desarrolle. Entre estas posibles causas se encuentran los factores genéticos, ya que determinados síndromes hereditarios y mutaciones genéticas pueden predisponer a padecer cáncer de huesos. La exposición previa a altos niveles de radiación ionizante, por ejemplo durante la radioterapia para otros tipos de cáncer o en accidentes nucleares, también puede ser un factor de riesgo. Además, algunos trastornos óseos crónicos, como la enfermedad de Paget, pueden evolucionar a cáncer de hueso con el tiempo. Aunque estos factores pueden elevar el riesgo, el cáncer de hueso sigue siendo relativamente raro y muchos casos no tienen causas identificables.
¿Qué debo saber sobre la estadificación del cáncer de huesos?
El cáncer óseo suele estadificarse mediante el sistema de estadificación del American Joint Committee on Cancer (AJCC), que tiene en cuenta diversos factores para determinar el alcance de la enfermedad. Estos son los estadios del cáncer de huesos:
Estadio 0 (in situ): Este estadio representa el cáncer que está localizado en la superficie del hueso y no ha invadido tejidos más profundos ni se ha extendido a ganglios linfáticos o lugares distantes.
Estadio I: En este estadio, el cáncer está localizado y confinado en el hueso, con un tumor de pequeño tamaño. No se ha extendido a los ganglios linfáticos ni a zonas distantes.
Estadio II: En el estadio II, el tumor sigue localizado en el hueso, pero puede ser más grande o afectar a estructuras cercanas. No se ha extendido a los ganglios linfáticos ni a zonas distantes.
Estadio III: Este estadio indica que el cáncer no se ha extendido a lugares distantes pero ha alcanzado los ganglios linfáticos cercanos, lo que sugiere un mayor riesgo de metástasis.
Estadio IV: El estadio IV representa un cáncer óseo avanzado con metástasis a distancia. Las células cancerosas se han extendido a otros órganos o huesos.
Dentro de cada uno de estos estadios, puede haber otras subclasificaciones basadas en el tipo específico de cáncer óseo, su grado (grado de agresividad de las células al microscopio) y otros factores. El estadio del cáncer óseo es crucial para determinar las opciones de tratamiento y predecir el pronóstico.
¿El cáncer de huesos suele ser mortal?
Por lo general, no. El pronóstico del cáncer de huesos varía mucho en función de factores como el tipo de cáncer, el estadio en el que se diagnostica y la eficacia del tratamiento. Mientras que algunos casos de cáncer de huesos pueden ser agresivos y difíciles de tratar, otros responden mejor al tratamiento y tienen mejor pronóstico. Por ejemplo, la tasa de supervivencia relativa a 5 años del cáncer de huesos y articulaciones es del 68,9%. Pero siempre es crucial consultar con profesionales sanitarios para evaluar la situación específica y determinar el plan de tratamiento más adecuado para obtener el mejor resultado posible.
¿Cuánto tiempo se puede vivir con cáncer de huesos?
El pronóstico de las personas con cáncer de huesos varía mucho, pero muchas de ellas han sido tratadas con éxito y llevan una vida plena. Los pacientes con cáncer de huesos en estadios tempranos tienen más probabilidades de recuperarse por completo, mientras que las probabilidades de supervivencia disminuyen cuando el cáncer se diagnostica en un estadio más avanzado.
Factores de riesgo del sarcoma óseo
Los factores de riesgo del cáncer de huesos incluyen:
Edad: Ciertos tipos de cáncer de huesos son más frecuentes en grupos de edad específicos, y suelen afectar a niños y adultos jóvenes.
Sexo: Algunos cánceres óseos tienden a ser más frecuentes en varones.
Exposición a la radiación: La exposición previa a altos niveles de radiación ionizante, como la radioterapia para otros cánceres, puede aumentar el riesgo.
Factores genéticos: Los síndromes genéticos hereditarios como el síndrome de Li-Fraumeni y el retinoblastoma hereditario se asocian a un riesgo elevado.
Enfermedad de Paget: Este trastorno óseo crónico puede provocar un mayor riesgo de cáncer de huesos.
Exposición a sustancias químicas: La exposición prolongada a sustancias químicas específicas, como las de la industria del caucho, se ha relacionado con un riesgo elevado.
Implantes metálicos: La exposición prolongada a ciertos metales en los implantes, como el cobalto y el cromo, puede aumentar potencialmente el riesgo.
Tratamiento previo contra el cáncer: Algunos tratamientos contra el cáncer, como la radioterapia y agentes quimioterapéuticos específicos, pueden elevar ligeramente el riesgo, sobre todo cuando se administran a una edad temprana.
Antecedentes familiares: Los antecedentes familiares de cáncer de huesos pueden aumentar el riesgo, especialmente si existe una predisposición genética conocida.
¿Cómo se diagnostica el cáncer de huesos?
El cáncer de huesos se diagnostica mediante una combinación de revisión de la historia clínica, exploración física y diversas pruebas de imagen, como radiografías, tomografías computarizadas y resonancias magnéticas, que ayudan a identificar zonas anormales en los huesos. El diagnóstico definitivo suele confirmarse mediante una biopsia, en la que se toma una pequeña muestra de tejido del presunto tumor o del hueso afectado y es examinada por un patólogo. Una vez diagnosticado, pueden realizarse pruebas adicionales para determinar el estadio y el tipo de cáncer, lo que ayuda a elaborar un plan de tratamiento adecuado.
Tratamientos del cáncer de huesos
El tratamiento del cáncer de huesos depende de varios factores, como el tipo de cáncer, su estadio, su localización y el estado general de salud del paciente. Las principales opciones de tratamiento del cáncer de huesos son:
Cirugía: El tratamiento de rescate de extremidades suele ser el tratamiento primario para el cáncer óseo localizado. Consiste en extirpar el tumor junto con un margen de tejido sano para garantizar la extirpación completa. El objetivo de la cirugía conservadora es preservar la función de la extremidad siempre que sea posible, pero en algunos casos puede ser necesaria la amputación.
Quimioterapia: La quimioterapia utiliza fármacos para atacar y destruir las células cancerosas. Puede utilizarse antes de la cirugía (neoadyuvante) para reducir el tamaño de los tumores, después de la cirugía (adyuvante) para eliminar cualquier célula cancerosa restante, o como tratamiento primario del cáncer de hueso avanzado o metastásico.
Radioterapia: La radioterapia utiliza rayos X de alta energía u otras formas de radiación para destruir células cancerosas o reducir tumores. A menudo se emplea junto con la cirugía o como tratamiento primario de tumores difíciles de extirpar quirúrgicamente.
Terapia dirigida: Los fármacos de terapia dirigida están diseñados para dirigirse específicamente a las células cancerosas e interrumpir su crecimiento. Estos tratamientos pueden utilizarse en casos en los que existen anomalías genéticas o moleculares específicas.
Inmunoterapia: Los fármacos de inmunoterapia estimulan el sistema inmunitario del organismo para que identifique y ataque las células cancerosas. Aunque se utiliza menos en el cáncer de huesos que en otros tipos de cáncer, se está investigando en ensayos clínicos.
Cáncer de huesos y amputación
En algunos casos de cáncer de huesos, puede considerarse la amputación como parte del plan de tratamiento. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la amputación suele ser el último recurso tras el tratamiento quirúrgico y que sólo se recomienda cuando se han agotado todas las demás opciones de tratamiento o cuando el tumor se encuentra en una zona en la que no es factible la cirugía para salvar la extremidad.
He aquí algunos puntos clave sobre el cáncer de huesos y la amputación de extremidades:
Cirugía de salvamento de extremidades: Siempre que sea posible, los cirujanos ortopédicos intentan realizar una cirugía de salvamento de la extremidad, que consiste en extirpar el tumor canceroso preservando la función y el aspecto de la extremidad afectada. Este enfoque es el preferido y se ha vuelto más común en el tratamiento del cáncer óseo.
Indicaciones de amputación: La amputación puede considerarse cuando el tumor es demasiado grande, extenso o ha invadido estructuras críticas, lo que hace imposible extirparlo preservando la función de la extremidad y asegurando la extirpación completa del cáncer.
Opciones protésicas: Para las personas que sufren una amputación, las prótesis modernas ofrecen mejoras significativas en movilidad y calidad de vida. La rehabilitación y la fisioterapia son esenciales para adaptarse y maximizar el uso de una prótesis.
Impacto psicológico: La decisión de amputar puede tener un profundo impacto psicológico y emocional en los pacientes. Es fundamental que los profesionales sanitarios ofrezcan apoyo y asesoramiento integrales para afrontar estos retos.
Tratamiento personalizado: La elección entre salvar la extremidad o amputarla es muy individualizada y depende de factores como el tipo y el estadio del cáncer óseo, la localización del tumor y el estado general de salud y las preferencias del paciente.
¿Cuál es el pronóstico para las personas con cáncer de huesos?
El pronóstico de las personas con cáncer óseo varía mucho en función de varios factores, como el tipo de cáncer óseo, su estadio en el momento del diagnóstico, la localización del tumor, el estado general de salud del paciente y la eficacia del tratamiento.
Es importante señalar que el cáncer de huesos es relativamente poco frecuente y que, con la atención médica y el tratamiento adecuados, muchas personas pueden lograr la remisión, la supervivencia a largo plazo o incluso la curación. Sin embargo, cada caso es único y el pronóstico es muy individualizado. Los pacientes deben colaborar estrechamente con su equipo sanitario para conocer su pronóstico específico y las opciones de tratamiento. El seguimiento y la monitorización periódicos también son cruciales para evaluar la respuesta al tratamiento y detectar cualquier posible recidiva o metástasis.
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¿Existe alguna relación entre la osteoporosis y el cáncer de huesos?
Sí, existe una conexión. La osteoporosis no es un precursor directo del cáncer de huesos, pero las personas con cáncer de huesos pueden desarrollar osteoporosis como afección secundaria debido a los tratamientos contra el cáncer o a otros factores.
¿Cómo se siente el cáncer de huesos?
Los síntomas del cáncer de huesos pueden incluir dolor óseo persistente, hinchazón y movilidad limitada en la zona afectada. El dolor suele empeorar por la noche o con la actividad física, pero los síntomas pueden variar según el tipo y el estadio del cáncer.
¿Se puede prevenir el cáncer de huesos?
Aunque no existen medidas específicas para prevenir el cáncer de huesos, la detección precoz mediante revisiones periódicas y la rápida evaluación médica de cualquier síntoma preocupante pueden mejorar los resultados del tratamiento. Reducir la exposición a la radiación y los factores de riesgo conocidos también puede disminuir el riesgo en cierta medida.