La gangrena es una enfermedad grave en la que el tejido muere debido a un riego sanguíneo insuficiente o a una infección bacteriana. Suele afectar a extremidades como dedos de manos y pies, pero también puede producirse en músculos y órganos internos.
¿Es frecuente la gangrena?
La prevalencia de la gangrena varía según el tipo. Por ejemplo, la isquemia crítica de las extremidades, que puede provocar gangrena seca, afecta aproximadamente a 1 de cada 100 adultos mayores de 50 años. Esta tasa aumenta con la edad, afectando aproximadamente a 1 de cada 50 adultos mayores de 70 años.
Por otro lado, la gangrena gaseosa es más rara, con unos 1.000 casos registrados anualmente en EE.UU. La causa principal de este tipo suele ser una lesión traumática.
Tipos de gangrena
Existen varios tipos de gangrena, cada uno con características y causas distintas:
Gangrena seca: Este tipo se produce cuando se interrumpe la circulación sanguínea en una zona del cuerpo. Suele afectar a las extremidades, como los dedos de los pies y de las manos, y suele asociarse a enfermedades como la diabetes y la aterosclerosis. La gangrena seca se caracteriza por una piel seca y arrugada que cambia de color, pasando del rojo al marrón y al negro.
Gangrena húmeda: La gangrena húmeda se produce cuando una infección causa la muerte del tejido. Puede producirse tras una quemadura grave, congelación o lesión. Este tipo de gangrena se extiende mucho más rápidamente que la gangrena seca y puede poner en peligro la vida. Los síntomas son hinchazón, ampollas y aspecto húmedo de la zona afectada, a menudo acompañados de mal olor.
Gangrena gaseosa: Causada por un tipo específico de bacteria conocida como Clostridium, esta forma de gangrena produce gas en el tejido. Es una afección rara pero muy grave, que suele producirse por una herida profunda contaminada con bacterias. La gangrena gaseosa puede provocar dolor intenso, hinchazón y una sensación de crepitación bajo la piel. Si no se trata con rapidez, puede ser mortal.
Gangrena interna: Se produce cuando se bloquea el flujo sanguíneo a un órgano interno, a menudo debido a una hernia, cálculos biliares o intestinos retorcidos o enfermos. Es una afección muy grave que requiere atención médica inmediata.
Gangrena de Fournier: Un tipo raro de gangrena que suele afectar a los genitales y la zona que los rodea. Es más frecuente en hombres y suele estar relacionada con una infección en la zona genital o el tracto urinario.
Fascitis necrotizante: Aunque técnicamente no es gangrena, se trata de una afección relacionada en la que una infección bacteriana causa la muerte del tejido blando, a menudo denominada "enfermedad carnívora."
¿Qué causa la gangrena?
La gangrena está causada principalmente por una pérdida de riego sanguíneo en el tejido afectado, que puede producirse por diversos motivos, o por una infección bacteriana. Las causas principales son:
Reducción del riego sanguíneo: La causa más común de gangrena es la reducción o interrupción del suministro de sangre a ciertas partes del cuerpo. Las afecciones médicas que pueden provocar esta situación son:
- Aterosclerosis: Estrechamiento y endurecimiento de las arterias.
- Diabetes: Los niveles elevados de azúcar en sangre pueden dañar los vasos sanguíneos y reducir el flujo sanguíneo, especialmente en las extremidades, lo que a menudo provoca úlceras en el pie diabético.
- Fenómeno de Raynaud: Afección que afecta al flujo sanguíneo de los dedos de manos y pies.
- Lesiones: Las lesiones graves, como las producidas por accidentes o quemaduras, pueden dañar los vasos sanguíneos.
Infección bacteriana: Algunos tipos de gangrena, como la húmeda y la gaseosa, se producen cuando se desarrolla una infección bacteriana en el tejido infectado. Las bacterias, incluidas las Clostridium, pueden invadir el organismo a través de una herida o una zona quirúrgica.
Heridas quirúrgicas o traumáticas: Cualquier herida que provoque una pérdida importante de sangre puede provocar gangrena. Esto incluye heridas de cirugía, accidentes o lesiones de combate.
¿Quién corre el riesgo de sufrir gangrena?
Ciertas personas corren un mayor riesgo de desarrollar gangrena debido a diversos factores. Estos factores de riesgo incluyen:
Tabaquismo: Fumar contribuye a los problemas vasculares y a la mala circulación y aumenta el riesgo de gangrena.
Inmunosupresión: Las personas con un sistema inmunitario debilitado, ya sea por afecciones como el VIH/SIDA, ciertos tipos de cáncer o medicamentos inmunosupresores, son más susceptibles a las infecciones que pueden provocar gangrena.
Edad: Los adultos mayores suelen tener un mayor riesgo debido a la reducción del flujo sanguíneo y a otras afecciones comórbidas que pueden afectar a la circulación.
Obesidad: La obesidad puede contribuir a las enfermedades vasculares y a la diabetes, que son factores de riesgo de gangrena.
Lesión o cirugía: Las personas que han sufrido recientemente una lesión grave o se han sometido a una intervención quirúrgica, especialmente en situaciones en las que el flujo sanguíneo podría verse comprometido, corren un mayor riesgo.
Abuso de alcohol: El abuso crónico de alcohol puede contribuir a problemas circulatorios y aumentar el riesgo de gangrena.
¿Cuáles son los síntomas de la gangrena?
Los síntomas de la gangrena dependen de su tipo y localización, pero algunos signos y síntomas comunes incluyen:
Cambios de color
La zona afectada puede cambiar de color, pasando del rojo al marrón y, finalmente, volviéndose negra.
Hinchazón y dolor
Puede haber una hinchazón importante y la zona puede ser muy dolorosa, aunque, en la gangrena seca, el dolor puede disminuir debido al daño nervioso.
Cambios en la piel
La piel puede parecer fina y brillante, o tener un aspecto burbujeante en la gangrena húmeda. También pueden aparecer ampollas o llagas.
Vertidos fétidos
La gangrena húmeda suele producir una secreción maloliente debida a una infección bacteriana.
Necrosis (muerte tisular)
El tejido afectado se vuelve seco y arrugado en la gangrena seca y húmedo y supurante en la gangrena húmeda.
Síntomas sistémicos
En los casos graves, especialmente en la gangrena húmeda o gaseosa, pueden aparecer síntomas sistémicos como fiebre, escalofríos, malestar general o sepsis.
Gas en los tejidos
En la gangrena gaseosa, puede haber una sensación de crepitación al tocar la piel debido al gas producido por las bacterias.
Frialdad y entumecimiento
La zona afectada puede sentirse fría al tacto y entumecida.
¿Cómo se diagnostica la gangrena?
El diagnóstico de la gangrena suele implicar una combinación de exploración física, revisión de los síntomas y una serie de pruebas diagnósticas. El proceso suele incluir:
Exploración física: El médico examinará la zona afectada en busca de signos de gangrena, como decoloración, hinchazón y presencia de ampollas o llagas. También comprobará si hay mal olor, que podría ser indicativo de gangrena húmeda.
Cultivo de tejidos: Si se sospecha que existe una infección, puede realizarse un cultivo de tejido de la zona afectada para identificar las bacterias causantes de la infección, lo que puede orientar el tratamiento antibiótico.
Exploración quirúrgica: En algunos casos, puede ser necesaria la exploración quirúrgica para determinar la extensión de la muerte tisular.
Gases en sangre arterial: Esta prueba mide los niveles de oxígeno y dióxido de carbono en la sangre, que pueden verse afectados por la gangrena.
Análisis de sangre: Los análisis de sangre pueden detectar signos de infección u otras afecciones que contribuyen a la gangrena. También pueden detectar marcadores de inflamación y la presencia de bacterias.
Estudios vasculares: Se pueden utilizar pruebas como la ecografía Doppler, la angiografía o la arteriografía para evaluar el flujo sanguíneo e identificar obstrucciones en las arterias que puedan estar causando gangrena.
Pruebas de imagen: Diversas pruebas de imagen, como radiografías, tomografías computerizadas o resonancias magnéticas, pueden ayudar a evaluar la extensión de la gangrena y comprobar si hay gas bajo la piel, especialmente en casos de sospecha de gangrena gaseosa.
Revisión de los síntomas y el historial médico: El médico preguntará sobre cualquier síntoma experimentado, así como revisará el historial médico del paciente en busca de afecciones que aumenten el riesgo de gangrena, como la diabetes o la enfermedad vascular periférica.
¿Cómo se trata la gangrena?
El tratamiento de la gangrena depende de su tipo, localización y gravedad, pero los objetivos principales son detener la propagación de la infección y del tejido muerto, controlar el dolor y restablecer el flujo sanguíneo a la zona afectada. Los tratamientos habituales incluyen:
Cirugía
A menudo es necesaria una intervención quirúrgica para eliminar el tejido muerto (desbridamiento) y evitar la propagación de la gangrena. En casos graves, puede ser necesaria la amputación de la extremidad o parte afectada.
Antibióticos
Si la gangrena está causada por una infección, se administran antibióticos, a menudo por vía intravenosa, para combatirla.
Oxigenoterapia hiperbárica
Para determinados tipos de gangrena, sobre todo cuando el suministro de oxígeno es reducido, puede utilizarse la oxigenoterapia hiperbárica. Consiste en respirar oxígeno puro en una sala presurizada, lo que puede ayudar a curar el tejido afectado y eliminar las bacterias.
Cirugía vascular
Si la gangrena está causada por un flujo sanguíneo deficiente, pueden realizarse procedimientos como la cirugía de bypass o la angioplastia para restablecer el flujo sanguíneo en la zona afectada.
Cuidados de apoyo
Esto incluye el control del dolor y otros síntomas, así como el tratamiento de cualquier enfermedad subyacente que pueda haber contribuido al desarrollo de la gangrena, como la diabetes o la arteriopatía periférica.
Rehabilitación
Tras el tratamiento, puede ser necesaria la rehabilitación, sobre todo si la gangrena ha provocado daños importantes en los tejidos o la amputación.
Cambios en el estilo de vida
Dejar de fumar, controlar eficazmente la diabetes y mantener una dieta sana y un régimen de ejercicio son cruciales para prevenir la reaparición de la gangrena.
Gangrena y amputación
En ocasiones, la gangrena puede conducir a la amputación, sobre todo en casos graves en los que el tejido infectado no puede salvarse y su extirpación es necesaria para detener la propagación de la infección o la enfermedad a otras partes del cuerpo. He aquí algunos puntos clave sobre la gangrena y la posibilidad de amputación:
Necesidad de amputación
Cuando la gangrena daña considerablemente el tejido y no puede curarse, o si hay una infección grave que no puede controlarse con otros tratamientos, la amputación puede ser la única opción. La decisión de amputar suele tomarse para salvar la vida del paciente y evitar complicaciones posteriores.
Niveles de amputación
El nivel de amputación (por ejemplo, pie, por debajo de la rodilla, por encima de la rodilla) depende de la extensión de la gangrena. El objetivo de los cirujanos es preservar la mayor cantidad posible de tejido sano y piel sana.
Prevención de la propagación
La amputación ayuda a prevenir la propagación de la gangrena a otras partes del cuerpo, lo que puede poner en peligro la vida, especialmente en casos de gangrena húmeda o gaseosa, en los que el riesgo de infección sistémica (sepsis) es elevado.
Cuidados tras la amputación
Tras una amputación, el cuidado de las heridas, el tratamiento del dolor y la rehabilitación son cruciales. La rehabilitación suele incluir fisioterapia y, si procede, aprender a utilizar un miembro artificial.
Medidas preventivas
Para los pacientes con alto riesgo de gangrena, como los diabéticos o los que padecen arteriopatía periférica, son importantes medidas preventivas como un buen cuidado de los pies, revisiones periódicas y el control de las enfermedades subyacentes para reducir el riesgo de gangrena y la posible necesidad de amputación.
Gangrena y prótesis
En el contexto de la gangrena, las prótesis pueden desempeñar un papel vital en el restablecimiento de la movilidad y la funcionalidad de las personas que han sufrido una amputación.
Las prótesis varían en función de la localización y el nivel de amputación. Las prótesis modernas son muy avanzadas y a menudo incorporan materiales y tecnología sofisticados para imitar el movimiento y la función naturales del miembro perdido. Pueden mejorar considerablemente la calidad de vida de las personas que han perdido un miembro por gangrena y permitirles realizar sus actividades cotidianas con mayor facilidad y confianza.
¿Cuál es el pronóstico a largo plazo de la gangrena?
El pronóstico a largo plazo de las personas con gangrena depende de varios factores, como el tipo y la gravedad de la gangrena, el estado general de salud del paciente, la rapidez con que se inició el tratamiento y la extensión de la zona afectada. Hemos esbozado algunos aspectos clave del pronóstico a largo plazo:
Detección y tratamiento precoces: El pronóstico suele ser mejor si la gangrena se detecta y se trata a tiempo. Una intervención médica rápida puede evitar la propagación de la infección y minimizar el daño tisular.
Ajustes en el estilo de vida: Realizar cambios en el estilo de vida, como dejar de fumar, mantener una dieta sana y hacer ejercicio con regularidad, es importante para la recuperación y la prevención de futuros episodios.
Enfermedades subyacentes: La presencia de enfermedades subyacentes como la diabetes, la arteriopatía periférica o un sistema inmunitario debilitado puede afectar a la recuperación y a las perspectivas a largo plazo. Es importante tratar estas enfermedades de forma eficaz para mejorar el pronóstico.
Impacto psicológico: El impacto psicológico de la gangrena y su tratamiento, especialmente si implica amputación, puede ser profundo. El apoyo de la salud mental, el asesoramiento y los grupos de apoyo pueden ser beneficiosos para la recuperación emocional y la adaptación a los cambios.
Extensión de la gangrena: La cantidad de tejido afectado y la necesidad de procedimientos como el desbridamiento o la amputación influyen significativamente en el resultado a largo plazo. Cuanto menor sea el daño tisular, mejor será el pronóstico.
Prevención de las recidivas: La vigilancia continua y los cuidados preventivos son esenciales, especialmente para las personas con factores de riesgo de gangrena. Por ejemplo, las revisiones periódicas y el cuidado vigilante de los pies son esenciales para las personas con diabetes.
Recuperación y rehabilitación: La recuperación y rehabilitación posteriores al tratamiento, incluida la fisioterapia y la posible adaptación a una prótesis si es necesaria la amputación, desempeñan un papel importante en la calidad de vida después del tratamiento.
Complicaciones: En algunos casos, las complicaciones como el dolor crónico, la discapacidad o la necesidad de cirugías adicionales pueden afectar al pronóstico a largo plazo.
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Dependiendo de su estadio y gravedad, la gangrena puede tratarse a veces sin amputación. Otras opciones de tratamiento son el uso de antibióticos, la cirugía para extirpar el tejido muerto y la oxigenoterapia hiperbárica.
¿La gangrena conduce siempre a la amputación?
No todos los casos de gangrena requieren amputación. La gangrena en estadios iniciales puede tratarse con otras intervenciones médicas, pero los casos avanzados suelen requerir amputación para evitar mayores complicaciones.
¿Qué pasa si no se amputa la gangrena?
Si la gangrena no se amputa, puede provocar complicaciones potencialmente mortales, como infección sistémica o sepsis, ya que el tejido muerto puede albergar bacterias nocivas y propagar la infección.